martes, 31 de mayo de 2011

CONTRA LA AGROBIODIVERSIDAD, LA GASTRONOMÍA Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA DEL PERÚ

Fecha:  martes, mayo 31, 2011

PRO TRANSGÉNICOS NUEVAMENTE A LA CARGA.
Ni siquiera la doble consagración continental de la gastronomía peruana, basada en la megaagrobiodiversidad, ha disuadido a los mercaderes transnacionales y sus comparsas internas.


RECONOCIMIENTO CONTINENTAL
Cruel paradoja del destino: el 23 de marzo, día histórico en que la Organización de Estados Americanos (OEA) reconocía oficialmente en Washington a la Gastronomía Peruana como Patrimonio Cultural de las Américas para el Mundo y el documental cinematográfico “Mistura: el Poder de los Alimentos” se coronaba en Hollywood como el mejor de su género, nada menos; en Lima se hacía evidente que los grandes intereses transnacionales empeñados en imponernos los productos transgénicos estaban nuevamente a la carga, con el fin de lograr este objetivo antes del cambio de gobierno, apoyados por algunos “felinillos” criollos, incluso de la administración pública.

Obviamente, los dos primeros sucesos fueron y son los más relevantes, porque ambos entrañan un reconocimiento continental a la milenaria cultura agraria, pesquera y gastronómica de un pueblo —el Perú— caracterizado por tener una megadiversidad de recursos naturales y creaciones humanas con olores, sabores, colores y melodías que saben a patria; exactamente todo lo contrario de la homogenización que buscan imponer los mercantilistas poderes transnacionales ávidos de someter a la humanidad por el estómago, mediante las biotecnologías, los recursos genéticos alterados y los megamercados que ellos controlan.

TRIUNFO SIN “FRANKESTEINS” GENÉTICOS
Cabe reiterar que la distinción de la OEA y el triunfo del documental sobre los aspectos más saltantes de la Feria Gastronómica Internacional de Lima-Mistura y sus principales protagonistas fueron —en feliz simultaneidad casual— un reconocimiento y un estímulo a los pequeños productores de alimentos (mayormente autóctonos y orgánicos), así como a los imaginativos cocineros que —desde hace milenios— los transforman en delicias irresistibles; todo ello sin requerir de “frankesteins” genéticos y tecnológicos, como los organismos genéticamente modificados o transgénicos.

No llamó la atención que los venales promotores de éstos ignoraran el trascendental significado de dichos sucesos, pero sí que ciertos científicos y técnicos otrora respetables aparecieran repentinamente en diversos medios de comunicación —sobre todo televisivos— para abogar abiertamente por el ingreso de los transgénicos, repitiendo los mismos argumentos interesados de las transnacionales y evidenciando así que se han integrado a la poderosa maquinaria propagandística de éstas.

Eso fue como escupir en la sopa del Perú internacionalmente galardonado por el excepcional valor de su megadiversidad agrogastronómica.

LO INACEPTABLE
Frente a ello, tal como hemos expresado reiteradamente en estas mismas páginas, podemos decir lo siguiente: sin duda, ningún peruano está —no puede estar— en contra de los avances y perspectivas de la ciencia y la tecnología orientadas a la solución de las grandes necesidades del país y la humanidad, comenzando por la alimentación.

Sin embargo, también ningún peruano medianamente ilustrado y responsable puede aceptar que algunos burócratas, científicos y técnicos cándidos o venales pretendan:

1) Hacernos creer que biotecnología y transgénesis son lo mismo, sabiendo que la primera comprende un vasto abanico de alternativas todavía no debidamente desarrolladas en nuestro país, como la hibridación vegetal y animal, la limpieza y reproducción masiva de plantas “in Vitro”, o la inseminación artificial y la transferencia de embriones en ganadería.

2) Meternos susto con el cuento de que si no asimilamos a los transgénicos en el día, podemos morir de hambre; pero ocultando que esto significaría someter la producción agraria y la seguridad alimentaria del Perú a la dependencia de las tecnologías, los productos y los mercados que controlan las transnacionales. Además, aquéllos nunca dicen que nuestros productores agrarios tendrían que pagar de por vida un royalti o derecho de patente por el uso de los materiales transgénicos; derecho que —incluso— podría variar en cualquier momento, según la conveniencia de los pocos proveedores.

3) Querer imponer los transgénicos sin asumir previamente el compromiso formal de reparar cualquier daño que pudieran ocasionar éstos en la salud, el agro, la biodiversidad y el medio ambiente. Lo cual, además, evidencia que ni ellos mismos están convencidos de lainocuidad de éstos, y

4) Ignorar que el mayor patrimonio vivo, multiplicable ad infinitum y socialmente compartible de nuestra patria, es su megadiversidad natural y cultural; cuya expresión más alta y promisoria es la gastronomía en proceso de internacionalización casi espontánea.

Obviamente, todas las presiones políticas y mediáticas desplegadas por los aviesos “lobbies” pro transgénicos —con el apoyo de los ministros de Agricultura y de Economía y Finanzas— tienen un objetivo claro: forzar la admisión oficial de éstos por el gobierno feneciente, quebrando la honrosa resistencia del Ministro del Ambiente, Dr. Antonio Brack Egg, cuya posición ha sido lúcidamente respaldada hasta ahora —hay que reconocerlo— por el Presidente Alan García Pérez.

Ante ello, hoy como ayer, CONVEAGRO y los gremios que la integran, la Sociedad Peruana de Gastronomía, la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, la Asociación de Municipalidades del Perú, la Red de Municipalidades Rurales del Perú, la Red de Agricultura Ecológica, la Sociedad Peruana de Genética, la Asociación Médica Peruana y todas las entidades conscientes de la crucial necesidad de defender la seguridad alimentaria del país, deberían responder como un solo hombre, incluso emplazando una definición clara sobre el asunto a los candidatos presidenciales finalistas.

FUENTE: Revista Agronoticias



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